Agroindustria

Crece dependencia de México en oleaginosas

Frente a todo optimismo oficial en el campo, la caída en la producción nacional de oleaginosas, materia prima para la industria aceitera, provocó que la dependencia del exterior pasara de 80 a 95 por ciento de 1994 a 2002.

Con la cosecha nacional de sólo 5 por ciento de los requerimientos del país, las importaciones de dos de las principales oleaginosas que se procesan en México aumentaron considerablemente, representando en el caso de la semilla de soya 4.4 millones de toneladas y la semilla de canola en al menos 900 mil toneladas en 2002.

De acuerdo con un análisis de Amadeo Ibarra Hallal, director general de la Asociación Nacional de Industriales de Aceites y Mantecas Comestibles (Anaime), la producción nacional de semillas oleaginosas ha profundizado su tendencia descendente desde principios de la década de 1990, registrando volúmenes irregulares de cosecha, como resultado del trato de cultivo secundario que le dieron las políticas gubernamentales.

Sin abasto local, la industria de aceites, grasas y proteínas, buscó en el exterior un abasto seguro de materia prima; sin embargo, para la industria mexicana es prioritario contar con el mayor abasto posible de oleaginosas producidas en México, asegura Amadeo Ibarra.

Esta industria mexicana tiene la desventaja frente a Estados Unidos, Brasil, Argentina y la Unión Europea, principales productores mundiales de oleaginosas, de que algunos de éstos cuentan con esquemas de impuestos a la exportación de oleaginosas, que aseguran la disponibilidad de insumos a las empresas aceiteras de esas naciones, o tienen programas de subsidios o reembolsos a la exportación de productos oleicos procesados.

En este sentido, anota, “no debemos como país permitir convertir nuestro mercado abierto en traspatio de los sobrantes de productos —no necesariamente de mala calidad— que vengan a comercializarse en el mercado nacional en condiciones no justas para las empresas que han invertido y están compitiendo de manera frontal con los embates de la importación”.

Industria y TLCAN

En el IV Foro de Expectativas del Sector Agroalimentario, Ibarra Hallal expuso que frente a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLCAN) la perspectiva de este sector para los primeros años era no sobrevivir, porque México no contaba con una producción local de oleaginosas, éramos una industria marcada, en algunas regiones, por la ineficiencia, por la poca oportunidad de llegar a los mercados mundiales y el gran peligro, que desde luego está latente, de que se generen importaciones masivas de aceites terminados.

Por fortuna esto no ha sucedido, el incremento en la molienda de semillas y oleaginosas permitió darle a nuestra industria un importante valor agregado. De 1994 a 2003 la producción nacional de aceites vegetales creció más del 42 por ciento hasta llegar a casi un millón 300 mil toneladas; en pastas aumentó poco más del 50 por ciento, para llegar a los 4.2 millones de toneladas.

En su ponencia La agroindustria mexicana ante la apertura de mercados: el caso de la industria aceitera, Amadeo Ibarra dijo que el gran dinamismo de esta agroindustria se debe a una interacción con el sector pecuario, que ha mostrado un incremento en la producción de leche, huevo y carne, lo cual ha facilitado y “nos ha permitido entregar pastas y oleaginosas en condiciones competitivas”.

Al respecto destacó que la industria aceitera ha cubierto entre 91 y 95 por ciento de las necesidades del sector pecuario nacional, ya que prácticamente hemos sido autosuficientes en la producción de pastas oleaginosas.

Consideró que la apertura comercial dio la oportunidad de penetrar en un mercado mundial con condiciones logísticas de una verdadera integración, prácticamente en materia de oleaginosas, aceites grasas y proteínas ya no existen fronteras entre estos tres países, eso es positivo.

Mencionó que los principales países de aceites y grasas tienen la característica de ser los mejores productores de semillas y oleaginosas. Sin embargo, a pesar de que México es deficitario en la producción de semillas y oleaginosas ocupa el undécimo lugar en el mundo en la producción de aceites y grasas vegetales. En pastas oleaginosas ocupa el octavo lugar.

El proceso de globalización ha llevado a las empresas transnacionales, con presencia en Estados Unidos y la Unión Europea, a tener participación importante en mercados como China, Argentina y México. Sin embargo, debido a la oportuna reconversión y modernización del sector aceitero, existe aún en nuestro país una participación mayoritaria de las empresas locales en la molienda de semillas y oleaginosas.

El reto nuestro para salir a competir en los mercados internacionales es contar con un abasto local de oleaginosas, si no lo tenemos difícilmente vamos a poder ingresar a un mercado de exportación. Lo hemos hecho en el caso del cártamo, México es uno de los principales productores, en volumen muy pequeño, de pastas oleaginosas, y también en consecuencia eso nos ha permitido atacar ese mercado, con buenas perspectivas económicas en Japón, la Unión Europea y Estados Unidos, concluyó Ibarra Hallal.

Efecto globalizador

Algunas empresas como ADM, Cargill y Bunge controlan gran parte del proceso de semillas oleaginosas, básicamente en la Unión Europea y Estados Unidos, pero también tienen presencia en China, Brasil, Argentina y México, aunque en éstos el mayor volumen de molienda sigue en manos de empresas locales.

Industrias de aceites, grasas y proteínas

Inicia su actividad con el procesamiento de oleaginosas, una materia prima que se genera en el campo, de su transformación se utilizan aceites fundamentalmente para la alimentación humana y en otros procesos la elaboración de frituras, pan, alimentos enlatados, conservas, etc. Por otro lado, está la producción de pastas oleaginosas destinada a la generación de proteína del sector pecuario.

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