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CARTA EDITORIAL
Wendy Coss y León
Directora General
Agricultura, semillero
de tecnología
La necesidad de producir alimentos bajo cualquier circunstancia económica, ambien-
tal, política y social, ha hecho de la agricultura una actividad en constante transforma-
ción, ya que la gente puede prescindir prácticamente de cualquier producto, menos
de la comida.
Para lograrlo, la agricultura ha sido y es semillero de alta tecnología, dando como re-
sultado desarrollos científicos y biotecnológicos que han permeado en otros sectores
de la economía, de tal forma que actualmente los campos agrícolas son al mismo
tiempo fuente de alimentos así como de energía limpia, mediante la producción de
biocombustibles.
Sin embargo, los sectores agrícola, pecuario y pesquero tienen delante de sí grandes
retos y, también, asignaturas pendientes. Uno de ellos, el más visible y lamentable, es
la sombra del hambre.
En 2011, celebramos el Día Mundial de la Alimentación con el Cuerno de África como
víctima de la hambruna, con una región del mundo famélica y sedienta. Lo más para-
dójico es que esta hambruna estalló tras producirse las tres cosechas más grandes de
la historia de la humanidad.
El 20 de julio de este año, se declaró oficialmente la hambruna en esa región y, según
previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agri-
cultura (FAO), la emergencia durará por lo menos hasta 2012. Actualmente hay 750
mil personas en riesgo inminente de morir de hambre, en su mayoría niños menores
de cinco años, así como 12 millones de personas gravemente afectadas por la sequía.
A esta nada esperanzadora perspectiva, hay que agregar las perspectivas del Fondo
Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y
de la FAO: la volatilidad y los precios elevados de los alimentos continuarán y posible-
mente se incrementen, haciendo que los agricultores, consumidores y países pobres
sean más vulnerables a la inseguridad alimentaria y la pobreza.
¿Cómo actuar ante esta emergencia? Entre las propuestas de los tres organismos
destaca: promover la inversión privada que favorezca el aumento de la productividad
agrícola; reducir el despilfarro de alimentos en los países desarrollados; reducir las
pérdidas de alimentos en los países en desarrollo impulsando las inversiones en toda
la cadena de valor, especialmente en la elaboración poscosecha, así como una gestión
más sostenible de los recursos naturales, forestales y pesqueros.
Hoy más que nunca es urgente acercar a los productores la tecnología adecuada a
sus necesidades, garantizando con ello que contarán con un medio de subsistencia
digno y la posibilidad de producir excedentes que les permitan obtener ingresos por el
magnífico esfuerzo que implica la producción de alimentos.
Los productores del campo responden a la crisis con soluciones; es esencial apro-
vechar su respuesta a corto plazo aumentando las inversiones en la agricultura, con
énfasis en las iniciativas dirigidas a los pequeños productores, que son los principales
productores de alimentos en muchas zonas del mundo.
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